En innumerables ocasiones y en muy diversas situaciones hemos oído hablar de la autoestima. Aún así a veces no nos queda del todo claro qué es, ya que se trata de un concepto algo abstracto y a veces incluso confuso.
Para entender qué es la autoestima hay que definir y entender previamente el autoconcepto, ya que la autoestima se fundamenta en este. El autoconcepto es la forma en la que percibimos quiénes somos y cómo somos. Todos tenemos una imagen mental de nosotros mismos tanto física como psicológicamente. Esta imagen va formándose poco a poco a lo largo de nuestro desarrollo y forma parte de nuestra propia identidad.
Esta idea que formamos sobre nosotros mismos puede coincidir con la idea que los demás tienen de nosotros o no, incluso esta idea puede ajustarse más o menos a la realidad. Cuanto más realista sea el autoconcepto, más adecuada será nuestra interacción con el ambiente que nos rodea, más nos aceptaremos a nosotros mismos, mayor será nuestra capacidad de crecimiento personal y más sólida será nuestra autoestima.
Entonces, ¿Qué es la autoestima?
La autoestima es una autovaloración emocional que realizamos sobre nosotros mismos en función de si aceptamos o no, o si nos gusta o no, nuestro autoconcepto. Contrariamente al pensamiento popular, la autoestima no surge de evaluarnos positivamente en todas las situaciones, sino de observarnos con objetividad y sobre todo de aceptar y valorar nuestro autoconcepto.
Podemos afirmar sin duda que la autoestima es la base de nuestra salud psicológica. La mayoría de personas que experimentan síntomas de ansiedad, depresión, dificultades sociales… no gozan de una buena autoestima.
Si nuestra autoestima es adecuada, podremos interactuar con el mundo de forma sana, podremos afirmarnos en cualquier situación y defender nuestros derechos. No tendremos miedo a expresar nuestros pensamientos, emociones y necesidades, nos aceptaremos incondicionalmente, sin culpabilizarnos ni autoexigirnos en exceso, lo que hará que estemos satisfechos de nuestras reacciones y conductas.
Además de determinar cómo nos relacionamos con nosotros mismos, la autoestima también ejerce una gran influencia en cómo nos relacionamos con los demás, afectando de forma directa a nuestra manera de actuar en el mundo y de relacionarnos con otras personas.
Desarrollo de la autoestima
La autoestima es variable a lo largo de nuestra vida, no es algo que se mantenga fijo sino que va cambiando en función de las experiencias y momentos vitales.
No nacemos con ella, estas creencias sobre nosotros mismos las vamos a ir desarrollando a lo largo de nuestra vida a través de los mensajes que recibimos del exterior, de nuestras experiencias y de nuestra manera de interpretar lo que nos sucede. La infancia es una etapa muy importante porque según los mensajes que hayamos recibido del exterior ( familia, colegio, amigos,…), se establecerán las bases de nuestras creencias, incluidas aquellas que tienen que ver con nosotros mismos y que constituirán la base de nuestra autoestima. Por ejemplo, mensajes comparativos “A ver si aprendes de tu compañera que siempre saca mejores notas”, exigencias muy elevadas “¿Un 8? ¿Y por qué no has sacado un 10?”, mensajes desmotivadores “¡Pero cómo vas a ir tú a judo! Tú no sabes hacer eso”, atribuciones personales de conductas concretas “eres un irresponsable”, en lugar de “has tenido una actitud irresponsable”, conductas culpabilizadoras “Mira lo que me has hecho hacer”…son algunas de las verbalizaciones que vamos interiorizando y que se convierten en nuestro diálogo interno cuando somos adultos, de modo tan sutil que ya pasa desapercibido para nosotros, pero siguiendo generando ese mismo daño en nuestra propia imagen personal.
¿La buena noticia? Hacerse consciente de este tipo de situaciones que son inconscientes y están interiorizadas, nos permite poner el foco de atención sobre ellas para poder trabajar en cambiarlas.
Entonces, ¿Cómo puedo saber si tengo una buena autoestima? Os dejamos algunas conductas y actitudes que reflejan si nuestra autoestima es buena o si, por el contrario, sería bueno que pudiéramos trabajar en ella.
Una persona con una autoestima sana muestra:
- Muestra autoconfianza conociendo y aceptando sus valores y está dispuesta a luchar por ellos a pesar de encontrar oposición. Al mismo tiempo es capaz de cambiar algo de ellos si la experiencia le dice que estaban equivocados.
- Se acepta a sí misma tal y como es, lo cual no quiere decir que no intente mejorar y trabajar sobre sí misma, pero no se siente culpable por ser como es ni le da demasiada importancia a lo que los demás piensan de ella.
- Se considera capaz, con cosas para ofrecer a los demás y se relaciona con ellos en condiciones de igualdad y de dignidad.
- No pierde el tiempo preocupándose en exceso por lo que le haya ocurrido en el pasado, ni por lo que le pueda ocurrir en el futuro. Aprende del pasado y planifica el futuro, pero vive con intensidad el presente.
- Confía en su capacidad para resolver sus propios problemas, sin dejarse acobardar por fracasos y dificultades, y cuando realmente lo necesita, está dispuesta a pedir la ayuda de otros.
- Reconoce y acepta en sí misma diferentes sentimientos y emociones, tanto positivos como negativos, y está dispuesta a compartirlos con otras personas.
- Es capaz de disfrutar con una gran variedad de actividades, incluso cuando las desarrolla sola.
- No se crea expectativas inalcanzables ni se autoexige en exceso.
- Se siente orgullosa de sí misma, sus logros… y no se compara con otras personas de modo constante, aceptando las diferencias individuales.
- Se trata con amor y respeto, se habla adecuadamente, sin culpabilización y se dedica tiempo a sí misma.
- No depende de otras personas, amigos, familiares o pareja. Disfruta de los momentos de soledad y sus emociones no dependen de las personas que la rodean.
- Sabe poner límites y decir que no ante propuestas que no le interesan, sin miedo a sentirse rechazada o a no agradar a los demás.
Por el contrario, una persona con una autoestima baja muestra…
- Una autocrítica constante, manteniéndose en un estado continuo de insatisfacción, viendo el lado negativo a la mayoría de cosas que hace o recibe.
- Así mismo tampoco tolera bien las críticas que provienen de otras personas.
- Desea continuamente complacer a otras personas, anteponiendo las necesidades de los demás a las suyas con tal de recibir aprobación de ellos y es incapaz de decir que no.
- Se exige a sí misma hacer las cosas perfectamente, lo cual a menudo es imposible, y el menor fallo representa para ella un fracaso.
- Es incapaz de perdonarse errores y se castiga continuamente por ellos.
- Se compara constantemente con otras personas, tanto física como personalmente.
- No valora sus logros, minimizándolos o atribuyéndolos a causas externas como la suerte, pero maximiza sus errores, en este caso atribuyéndoselos como persona “culpable” de los mismos.
- Necesita continuamente estar con más personas porque no tolera estar consigo misma y constantemente busca la aprobación y estima de los demás.
- A menudo siente una sensación de vacío crónica que considera que puede llenar con una relación, un cambio de domicilio…
Estas «pistas» pueden hacerte más consciente de tu propia autoestima. ¿Crees que necesitas trabajarla? ¡No te pierdas nuestra próxima entrada! Os traeremos algunos ejercicios y recomendaciones que podéis realizar para mejorarla.