Cuando hablamos de inteligencia emocional (IE) nos referimos a la habilidad que poseemos para entender, usar y gestionar nuestras propias emociones, de modo que dicha habilidad facilite la reducción de la intensidad de las emociones negativas, nos ayude a comunicar nuestras emociones de modo efectivo, afrontar las dificultades y relacionarnos con los demás, entendiendo mejor sus emociones y cómo ajustarnos a ellas. Aunque la base de la IE puede venir dada desde el nacimiento, se ve igualmente influida por los aprendizajes y experiencias que vivimos a lo largo de nuestra vida, por lo que es una habilidad que se puede practicar y mejorar.
¿Cuáles son los componentes de la IE?
El psicólogo Daniel Goleman ha sido el principal autor sobre IE y señala los siguientes componentes como los principales integrantes de la IE:
1. Autoconocimiento emocional
Se refiere al conocimiento que poseemos de nuestros propios sentimientos y emociones y cómo nos influyen. Por ejemplo, a la hora de tomar decisiones, nuestras emociones median las mismas, tanto si estamos muy contentos, como si estamos tristes o enfadados. Ese autoconocimiento nos permite saber que en un estado emocional así quizá no seamos objetivos y nuestras decisiones no sean demasiado racionales, por lo que es posible que sea mejor esperar unas horas o días, hasta que ese estado emocional pase, y en ese momento será más sencillo poder valorar y situación y tomas una decisión más racional.
2. Autocontrol emocional
La autorregulación emocional nos permite parar a reflexionar y manejar nuestras emociones de manera que no nos dejemos llevar por ellas. Se trata de aprender a autoobservarlas, conocer su dinámica, siendo conscientes de qué aspectos de una emoción podemos aprovechar y de qué manera, bajo este estado emocional, podemos relacionarnos con el entorno para quitarle poder e intensidad a las emociones que nos dañan y que no nos benefician. Por ejemplo, si discuto con mi pareja es posible que esto me produzca enfado. Si mi capacidad de autorregulación no es buena, puede que me deje llevar por esa emoción levantando la voz o diciendo cosas de las que posteriormente puedo arrepentirme. En lugar de gestionarlo de este modo, lo cual hará que aumente mi malestar, puedo desviar la atención hacia algo que me guste para restarle poder a dicha emoción. Por ejemplo podría ir a correr, quedar con amigos o dibujar. La emoción poco a poco irá pasando y el malestar desaparecerá igualmente.
3. Automotivación
Una de las funciones que presentan las emociones es la función motivacional. Algunas emociones nos permiten enfocarnos hacia la consecución de objetivos y metas, lo cual a su vez nos posibilita mantener una alta motivación. Además, la IE incluye también nuestra habilidad a la hora de no ceder a los refuerzos inmediatos dejando de lado los objetivos a largo plazo, que, aunque más costosos y prolongados en el tiempo, suelen ser recompensas más importantes que las primeras.
4. Empatía
La empatía es una habilidad que consiste en reconocer, comprender y saber adaptarnos a las emociones de los demás. Por tanto, constituye un aspecto básico en las relaciones interpersonales. El hecho de desarrollar esta habilidad nos puede ayudar a establecer vínculos más estrechos y duraderos con las personas con las que nos relacionamos. Las personas empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias relacionadas con la IE.
5. Relaciones interpersonales
La IE resulta de vital importancia a la hora de relacionarnos con los demás, debido a que existen muchas situaciones sociales en nuestro día a día que es importante que sepamos manejar. Así, gracias a la IE cuando nos encontramos frente a una situación social, vamos más allá de pensar en cómo nos hacen sentirnos los demás, y tenemos en cuenta, además, que cualquier interacción entre seres humanos se lleva a cabo en un contexto dinámico en el que las emociones de una de las partes influyen en la otra. Esto nos permite ponernos en el lugar de la otra persona y comprender por qué actúa o piensa de una determinada manera. Por ejemplo, si alguien nos hace un comentario inapropiado en un contexto laboral, podemos pensar que es porque ha tenido un mal día, lo cual nos ayuda a pensar en las causas que han desencadenado que otros se comporten de un modo y basar nuestra conducta no sólo en las emociones que surgen de ello sino también en las causas explicativas que buscamos sobre por qué los demás actúan de un modo determinado.
¿Cómo saber si tengo una buena IE?
Las personas que gozan de una buena IE puede que lleven a cabo con más probabilidad el tipo de conductas que exponemos a continuación. Si, por el contrario, las siguientes conductas no definen el modo en el que actuarías, puede que sea positivo poder trabajar sobre tu IE para mejorarla y aprender a conocer y manejar de un modo más efectivo tus emociones.
- Presto atención a mis emociones, las escucho y no me limito a la hora de sentirlas o expresarlas.
- Analizo mis proyectos y me motivo para alcanzar mis sueños.
- Dirijo mi atención a las cosas que dependen de mí o que está en mi mano solucionar y acepto aquellas en las que no tengo dicha influencia.
- No me tomo las cosas de un modo personal.
- No dejo que las emociones me controlen y soy yo quien las manejo y tomo mis decisiones.
- Intento entender las emociones de los demás y ajustarme a cómo se sienten en un momento dado.
- Valoro los triunfos de otras personas, sin compararme con ellos.
- Acepto mis errores, me perdono y simplemente aprendo de lo ocurrido.
- No juzgo si me siento bien o mal.
- Sé que las emociones son transitorias y se pasan con el tiempo, las acepto, las disfruto si son positivas e intento quitar mi foco de atención de ellas si no lo son.
- Comprendo que cada persona es diferente, con sus propias experiencias y sentimientos, por lo que no puedo generalizar mi forma de sentir a los demás.